29.10.07

Más de lo mismo…

El país necesitaba transparencia. La necesidad de una elección cristalina nació en 2001, luego del caos. Cuando los argentinos vivíamos contaminados por esa profunda crisis institucional que emergía detrás del corralito y los desalojos, postales más descriptivas de la miseria social acaecida por el embate más duro del neoliberalismo.
Era necesaria la transparencia, por ese 22% que eclipsó la importancia que generó el volver a las urnas luego de los saqueos, los patacones y las muertes de Kosteki y Santillán.
Era necesaria la transparencia, por esa antipatía oficial al protocolo que en un principio generó simpatía y que pronto trajo fastidio y desconfianza.
Era necesaria la transparencia, por cada nota periodística que la pareja presidencial negó.
Era necesaria la transparencia, para seguir confirmando en las urnas que los argentinos estamos cada vez más opuestos a la reelección indefinida a no ser que exista un plan de gobierno sustentable.
Era necesaria la transparencia, para que los sectores más extremistas no se arrepientan de haber encontrado un marco institucional donde expresarse y evitar así tanta intolerancia, tanto odio, tanto desprecio. Incluso hasta era necesaria para soñar al menos con un debate, un intercambio de ideas o un parlamento plural.
Era necesaria la transparencia, luego de las valijas, las bolsas y las licitaciones misteriosas.
Era necesaria la transparencia, por la apatía política a esta altura inocultable, por Córdoba y Chaco, por las habilitaciones de último momento y por el retroceso de junio en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Era necesaria la transparencia, por el nuevo panorama político y la frescura que imprimió el triunfo de Binner en Santa Fe.
Pero tuvimos otra cosa que en realidad no difiere del panorama acostumbrado.
Tuvimos punteros detenidos, boletas robadas o rotas, ausencia de autoridades electorales, documentos entregados de apuro y bocas de urna que ni siquiera esperaron el final del comicio para empezar a hablar.
Tuvimos encuestadores y analistas políticos merodeando en los búnkers, denuncias concretas y meras bombas de humo por parte de la oposición y falencias de corte estratégico en la instalación de fiscales.
Tuvimos más de lo mismo: lembranzas de la década del ’30 de las que sólo nos salva el hecho de que son mujeres las que ocuparon los puestos de vanguardia.
Tuvimos errores que los más extremistas llamarán fraude y los más mesurados desorganización pero lo que es seguro es que para encontrar transparencia, tendremos que seguir buscando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen relato,te cuento que la foto de La Señora me da la sesación del viejo juego de los Parques de Diverciones El Samba.Espero no nos haga tambalear tanto.